Este fin de semana España se ha proclamado campeona del mundo en fútbol femenino.
Un estadio lleno de gente, en Australia, unas chicas que tenían todo el apoyo de la afición desde miles de kilómetros de distancia y un campeonato en el que igual que los chicos hace algo más de 13 años, han tenido sus más y sus menos hasta hacerse con la merecida victoria.
Ayer me tocó ver el partido en las piscinas municipales, donde todo fue euforia y alegría. En la oficina hoy sin embargo se ha hablado más del beso que el presidente de la Federación, Rubiales, le plantó a Jenni Hermoso en todo el morro y a las bravas.
Aunque hay quien le defiende, el vergonzoso comportamiento de este señor no viene de hoy, ni de las declaraciones que ayer a la noche hizo insultando a todo aquel que no besara por donde él pisa. Esto no provocará su dimisión como algunos piden si no lo hicieron antes las bochornosas filtraciones de sus conversaciones de amiguete con Piqué, a quien, siendo parte interesada le dio la organización de la Supercopa de España.
Este tipo de gente creo que son de los que roban pero reparten, cogen poder, pero dejan algo para los que los apoyan. Así siempre hay quien les aúpe a los puestos que ocupan, porque saben que van a poder chupar del bote.
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