Después de El Señor de los Anillos y su gran éxito a nivel mundial, el movimiento que los fans de J.R.R. Tolkien pedían a Peter Jackson era seguir poniendo imágenes reales a ese mundo imaginado por el autor. Supongo que la parte económica también impulsó ese proyecto. En Hollywood y en Nueva Zelanda el símbolo del dolar seguiría marcado a fuego en muchas pupilas.
Hay que tener en cuenta que el peso literario de El Hobbit no es el mismo que el de El Señor de los Anillos. Pero da igual, el fantástico mundo era muy propenso a rellenar horas de película y el formato de trilogía era muy propicio para llenar años de trabajo y triplicar el número de espectadores de la película.
Y así durante 3 años se estrenaron 3 películas que en realidad eran una sola: Un viaje inesperado (2012), La desolación de Smaug (2013) y La batalla de los cinco ejércitos (2014). De la pequeña novela que Tolkien escribió como entretenimiento durante varios años para sus hijos el neozelandés ha realizado una épica adaptación que no habrá defraudado a sus fans.
Hay que decir que una trilogía y otra no tuvieron el mismo número de espectadores ni de premios. Sí, muchos de ambos, pero si vamos a los Oscar, por ejemplo, El Señor de los Anillos gana 17 a 0 a El Hobbit, que «sólo» consiguió 7 y todos de los considerados técnicos.
Dos de esas nominaciones fueron por los efectos especiales en las dos primeras partes y ciertamente, viéndolas ahora, me rechinan un poco. En las partes en las que hay acción a raudales se ven movimientos muy forzados y se nota mucho que están hechos de forma digital. Creo que se pasan.
Los decorados magalómanos y las pantallas azules para meter luego más efectos y más fondos espectaculares, a veces también son demasiado evidentes. Es cierto que posiblemente no habría forma de hacer esta película y reproducir el mundo fantástico de otro modo, pero hay adaptaciones anteriores de animación, por ejemplo, que tienen su encanto y tampoco hay que hacer de cada escena un argamedon.
Pero bueno, no cabe duda de que la película da lo que se espera de ella. Hay aventuras, acción a raudales, personajes increíbles y una trama suficiente para la diversión. Se adapta muy bien respetando la obra original. Te tiene que gustar el género fantástico para disfrutar de esta trilogía y hay momentos muy épicos y otros que se hacen algo más pesados.
Recuerdo haber leído la novela en mi época universitaria. Después de comer, un amigo que era realmente fan de Tolkien y yo íbamos a la biblioteca a estudiar y antes de ello, leíamos un rato y me recomendó leer El Hobbit. Me costó horrores hacerlo. Durante semanas, leí muy pocas hojas al día y lo acabé dejando en la página 70 o por ahí. Fue un primer acercamiento nefasto. Años después cayó en mis manos una edición anotada y no sé muy bien porqué, pero me consiguió enganchar y me gustó tanto que seguí con El Señor de los Anillos y algún libro más de Tolkien.
Tenía muchísimas ganas de ver las películas de El Hobbit pero por una cosa o por otra siempre había habido mejores opciones antes de la larga sesión que necesitaba para hacerlo. Me daba algo de pereza y realmente sabía que no iba a ser lo mismo que El Señor de los Anillos.
Ahora, después de haberla visto creo que sí, merece la pena, pero no mucho más allá de porque me gusta el género fantástico. No es una película para volver a ver. Como decía en algún momento se hace pesada y su historia tiene la sencillez de ese cuento infantil con el que fue concebida, metiendo un poco de violencia medieval y criaturas fantásticas. Si no te gusta este tipo de cócteles, seguro que hay muchas mejores opciones, pero si piensas que puedes disfrutar con ella, seguro que lo harás.
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