En nuestra empresa tenemos un departamento que se dedica a los «arreglos» internos. Nosotros le llamamos «IT Crowd«, como referencia a la serie del mismo nombre, titulada en España con el desafortunado nombre de «Los informáticos«. Podía haberse llamado «Asuntos internos», pero ese es otro departamento del que ya hablaré otro día.
El amigo informático
Hoy os quiero contar la historia del único integrante de este departamento. Se llama Lucas, pero le llamamos Moss por la misma serie, aunque no se parezca en nada al personaje.
Él es el que revisa los ordenadores que no van finos, la red interna, te busca ese software que necesitas para hacer algo concreto, te instala programas, y hace su magia para que puedas conectar desde casa o imprimir desde el móvil.
Es un experto en sacar las castañas del fuego en lo que a temas informáticos se refiere. Y de vez en cuando si tiene que hacer un script para hacer las cosas más fáciles o automatizarlas, pues lo hace, y se le da bien. O te monta una Raspberry para nosequé. Ahí donde a los demás se nos quedan cortas las ideas, su estructura mente binaria llega y te deja con la boca abierta.
Un pasado multitarea
Y es que (casi) todo lo que sabe y lo que se le da realmente bien lo ha aprendido solo, buscando por la red de redes, googleando y con el método que mejor sirve para aprender, hacer las cosas.
Muchas de esas pruebas las hizo en su anterior trabajo. Era una empresa de tamaño medio, unos veintitantos empleados, en el que le ficharon como «informático», osea, para todo lo que tenga que ver con ordenadores. Se encargaba de las compras de equipo informático, y de móviles ya de paso, o lo que tuviera que ver con tecnología, porque hay determinada gente para lo que todo lo que tenga teclas o botones, es lo mismo.
Hacia también lo propio de su especialidad, lo que hace aquí ahora, arreglada ordenadores de la empresa, montó alguna red, VPNs. Pero también le tocó cablear, y si eran cables de luz, pues tú que sabes de cables.
Aprende, optimiza, mantén
Siempre dice que aquel trabajo le sirvió para aprender mucho en los 2 años que estuvo allí. Pero una de las cosas que hizo «en la sombra» fue optimizar todo lo que tocaba, mejorarlo e incluso automatizar muchas tareas.
Nadie volvió a perder un archivo, él tenía copia de todo. Las averías de los equipos, que él se encargaba de optimizar, cayeron en picado. Todos los equipos iban más fluidos y se estropeaban mucho menos. En ese aspecto hizo un gran trabajo del que a nosotros nos contó que se sentía orgulloso.
Pero los informáticos son así, y eso del marketing no les va mucho. Tampoco hablar.
Que se vea que trabajas
Sus jefes lo que empezaron a ver es que él tenía menos trabajo y las cosas iban mejor, con lo que Moss era más prencindible. Craso error. En remoto metía muchas más horas de las que ellos creían. El mantenimiento que programaba estaba hecho al dedillo y sí, le quitaba trabajo, pero él estudiaba y se preocupaba de que todo funcionara bien.
Además probaba cosas nuevas, equipos, software o ideas para mejorar las cosas que él veía que no iban bien. Pero como digo, eso sus jefes no lo veían.
Hasta luego Lucas
Llegó el momento de hacerle indefinido y por supuesto, los responsables pensaron que ya que todo iba bien, era claramente prescindible. Así que le dieron una palmadita en la espalda (literalmente) y le echaron de un día para otro, de malas maneras y casi pidiendo que les diera la gracia por lo que había aprendido allí y «la oportunidad y la confianza» (eso sí que fue literal) que le habían dado contratándole siendo tan joven y sin experiencia. Que no tiene nada que ver con su valía o sus conocimientos.
Unos días antes, sin decirle nada, le pidieron que le explicara lo más importante a un compañero del almacén que «sabía algo de ordenadores» y con la empresa informática debieron de contratar un mantenimiento por una décima parte de lo que le pagaban a él. Y sólo por si acaso y porque algún aparato moriría de viejo, porque por lo demás todo iba fino, fino, filipino.
De patitas en la calle
Y así se quedó de la noche a la mañana. Por suerte para nosotros, porque el tío es un máquina en lo suyo, uno de nuestros compañeros que lo conocía le propuso que echara el curriculum y por lo que sabemos se puso muy pesado con los de Recursos Humanos de que era muy bueno y que lo contrataran.
Aquí cuando se va a contratar a alguien en las entrevistas siempre está alguien de Recursos Humanos y alguien que será su próximo compañero y la verdad es que en su primera entrevista quedó decidido que haría un buen papel, así que duró muy poco sin trabajo y nos lo quedamos para nuestra empresa.
El lado oscuro nunca descansa
Precisamente por ese poco tiempo cuando le llamaron de nuevo de su antigua empresa, ya estaba trabajando con nosotros. Habían pasado meses y su antiguo jefe le llamó, pero no para pedirle que volviera, no. Obviamente, algunas de las cosas que él había programado y que ajustaba, habían dejado de funcionar y le pedían ayuda.
«Yo ya no trabajo ahí. A mi me echasteis vosotros» y colgó. Eso cuenta la leyenda que le dijo a su exjefe la primera vez que le llamó. Su teléfono sonó como unas 10 veces más esa mañana pero no se dignó a cogerlo.
Ante la insistencia, al día siguiente volvió a contestar. Esta vez les escuchó algo más. No le querían preguntar algo concreto, querían que fuese allí unos días para que les explicara a los de la empresa de mantenimiento como funcionaba todo lo que había montado. Desde la red, las VPNs, los scripts que se ejecutaban, las copias,… todo. Ellos algo habían visto, pero descifrar y entenderlo todo les podía llevar mucho tiempo.
Finamente, porque Moss no es un hombre de muchas palabras, pero les mandó a la mierda. Ya no era su problema. Entonces las buenas palabras se volvieron un poco más toscas. Pero de nuevo la leyenda cuenta que en cuanto su exjefe subió un poco la voz, Moss le volvió a colgar, y no solo eso, bloqueó su número en el móvil para que no le llamara.
Abogaaaaado
Sí, seguro que lo adivináis. Volvió a llamar. Sabía donde trabajaba y esta vez llamó a nuestra empresa pidiendo que le pasaran con él. Como coge llamadas de vez en cuando de proveedores, se lo pasaron y Moss echó un suspiro y aguantó estoicamente las palabras de acoso de su exjefe, diciendo que le iban a denunciar, escapándosele algún insulto y como es habitual amenazando con una horda de abogados que caería sobre él como hienas sobre la carroña.
Su respuesta quedó también para los anales de la historia: «¿Sabes que esta llamada se está grabando? ¿Sabes que estás llamando a un teléfono de empresa y nosotros también tenemos abogados que escucharán toda esta mierda que acabas de soltar?». Bueno, fue algo así, el caso es que por tercera vez le colgó y nunca se supo más de este impresentable.
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